La verdad es que nunca pensé que me sentiría atraída por las bodas de invierno, pero cada día me emocionan más: todo cambia cuando estilo y nieve se juntan.
Este es el caso de la boda de Inés y Aitor, en el Castillo de Gorraiz en Pamplona, el paraje era idílico, los novios espectaculares y el ambiente inigualable.
Era como una composición de blancos en un lienzo difícil de igualar: blanca era la nieve y lo que parecía blanco en el vestido se convertía en algo más roto sobre el manto helado y el ramo de rosas sencillo y a juego.
El toque elegante además del porte de la radiante novia era el bolero de piel que la cubría para protegerla del frío. ¡Espectacular!
De la mano de Verderón quisimos darle un toque inolvidable para hacer aún más especial ese día:
– Con una pashminas para las invitadas, perfectas para el fresquito y muy prácticas, presentadas con total originalidad.
– Pizarras rústicas con los nombres de personajes de la mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme: El Quijote.
– Unos gemelos personalizados para el novio que Inés le regaló, porque de ellos tampoco nos olvidamos.
– Y un detalle de lo más especial: una medalla de la virgen de Fátima, a la que la novia tiene mucho cariño, con la cual Aitor sorprendió a Inés durante el viaje de novios.
Ella no necesitaba más, lo tenía todo: a quien más quería, un peinado sencillo que hacía más visible la sonrisa de la cara y un paseo inolvidable por la nieve.
Fotografía: María López Jurado su facebook aquí.
Que chulo….
A mí me encantan las bodas de invierno, yo me hubiera casado el pasado 22 de diciembre sin dudarlo!! 🙂 Las fotos son una pasada!! Besotes
http://www.lachampanera.es